viernes, 28 de marzo de 2014

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Hay épocas, rachas, meses, semanas, días, horas, minutos, segundos en las que todo es cuesta arriba. Pensar se convierte en una tarea tan dolorosa como tener mil cuchillos de hielo en el corazón. Respirar, hablar y ver son tareas difíciles debido a una gruesa cortina de lágrimas que te impide sentir hasta lo bueno que hay a tu alrededor.
Cualquier cosa te hunde, te empuja hacia el precipicio y te quita las fuerzas con las que podrías agarrarte a una ramita de esperanza.
Los recuerdos se agolpan de nuevo en tu mente, todos juntos, los más dolorosos, los más difíciles, los que aún te hacen llorar, y duele, duele casi tanto como romperse diez huesos a la vez, duele, sí, pero no tiene cura. Herida sobre herida, clavo sobre clavo, parche sobre parche, y no es solución, es engaño.


Ya no sé qué digo, ni qué hago, ni qué veo. Yo sólo sé que duele.



viernes, 24 de enero de 2014

Me basta así- Ángel González



"Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
                                entonces,


si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
                    Oigo
constelaciones: existes.
                        Creo en ti.
                                    Eres.
                                          Me basta)."