martes, 4 de agosto de 2015

Eres.

No sé por qué, pero aunque no deberías, ahora simplemente eres...
Eres la opresión que siento justo aquí, encima de mi pecho.
Eres el que me quema las heridas, el que las abre una y otra vez aunque cicatricen.
Eres el continuo dolor de arrancarme una a una cada pluma de mis alas, alas que ni debería sentir porque ya las cortaste.
Eres esa costilla rota que perfora mi pulmón, que me ahoga, que no me deja gritar.
Eres la llave rota del candado que me ata al infierno que me ha tocado vivir.
Eres ese salto al vacío que continúa en mi interior.

Eres lo que se supone que jamás deberías haber sido.