viernes, 28 de marzo de 2014

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Hay épocas, rachas, meses, semanas, días, horas, minutos, segundos en las que todo es cuesta arriba. Pensar se convierte en una tarea tan dolorosa como tener mil cuchillos de hielo en el corazón. Respirar, hablar y ver son tareas difíciles debido a una gruesa cortina de lágrimas que te impide sentir hasta lo bueno que hay a tu alrededor.
Cualquier cosa te hunde, te empuja hacia el precipicio y te quita las fuerzas con las que podrías agarrarte a una ramita de esperanza.
Los recuerdos se agolpan de nuevo en tu mente, todos juntos, los más dolorosos, los más difíciles, los que aún te hacen llorar, y duele, duele casi tanto como romperse diez huesos a la vez, duele, sí, pero no tiene cura. Herida sobre herida, clavo sobre clavo, parche sobre parche, y no es solución, es engaño.


Ya no sé qué digo, ni qué hago, ni qué veo. Yo sólo sé que duele.