A veces llegas a un punto de no retorno. A un punto en el que no sabes qué hacer, qué decir, qué sentir. No sabes si lo que estás haciendo está bien o está mal, si hablas de la forma correcta, si confías en quien debes confiar o si fallas a quien no le debes fallar.
A veces la vida te da la espalda y no quiere saber nada más de ti, y eres tú el encargado de abrirte paso entre los demás. El encargado de hacer tu vida, el encargado de procurar tu propia sonrisa, de ser feliz a toda costa. Sí, a veces cuesta, y en los peores momentos sólo queremos huir de esto, pero es que la mejor defensa es una gran sonrisa, y la mayor cura la risa.
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