domingo, 30 de octubre de 2011

Libertad, dulce y anhelada libertad.

Mis sentimientos, mi corazón, mi eterna cárcel, eterna desesperación. 
Veo la lluvia por mi ventana. Como cae, libre, sin nada ni nadie que la detenga. Fuerte, fría. A veces dolorosa, a veces calmante. No puedo aguantar más, siento la necesidad de salir, de salir corriendo, de saltar los charcos, de correr, de gritar, de cantar, de reir.
Y no puedo, no puedo. Sólo tendría el valor de salir para llorar, para que nadie viese mis lágrimas. Sólo me queda soñar, soñar con esa libertad, con que bajo esa lluvia alguien me abraze y corra junto a mí, que nadie nos detenga y que él no se quiera detener.



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